Lời bài hát: Silvio Rodríguez. Silvio. Hombre.
:
De quererte cantar sufro disnea
bastante mas alla de los pulmones.
Tu sombra brilla hoy en la pelea
mayor de la conciencia y las razones.
Por ti canto de pecho,
como el sueno en que giro
y leve, como aun respiro.
Por ti adelanto trecho
a lo que falta en tono
y canto lo que no perdono.
Hombre, hombre y amigo,
aun queda para estar contigo.
Hombre, hombre sin templo
desciende a mi ciudad tu ejemplo.
Supiste cabalgar contra quien odia
desde su torre de odio y exterminio,
pero, en mi parecer, te dio mas gloria
el alma que tallaste a tu dominio.
La medicina escasa,
la mas insuficiente
es la de remediar la mente.
Y la locura pasa
risuena cuando engana,
cual odio de la propia entrana.
Hombre sin apellido,
un poco de piedad te pido:
hombre, ay, todavia,
que un tanto mas alla esta el
dia.
De la melena inculta a la calvicie,
del numero inicial a lo incontable,
desde la tumba hasta la superficie,
tras breve veinte tan multiplicable
me llega un canto alado
de fiebres de la infancia,
me brota la invencion del ansia
y entero y mutilado,
furiosamente a besos,
te doy mi corazon travieso:
Hombre, hombre sin muerte,
la noche respiro tu suerte,
hombre de buen destino,
y hay luces puestas en camino.
De quererte cantar sufro disnea
bastante mas alla de los pulmones.
Tu sombra brilla hoy en la pelea
mayor de la conciencia y las razones.
Por ti canto de pecho,
como el sueno en que giro
y leve, como aun respiro.
Por ti adelanto trecho
a lo que falta en tono
y canto lo que no perdono.
Hombre, hombre y amigo,
aun queda para estar contigo.
Hombre, hombre sin templo
desciende a mi ciudad tu ejemplo.
Supiste cabalgar contra quien odia
desde su torre de odio y exterminio,
pero, en mi parecer, te dio mas gloria
el alma que tallaste a tu dominio.
La medicina escasa,
la mas insuficiente
es la de remediar la mente.
Y la locura pasa
risuena cuando engana,
cual odio de la propia entrana.
Hombre sin apellido,
un poco de piedad te pido:
hombre, ay, todavia,
que un tanto mas alla esta el
dia.
De la melena inculta a la calvicie,
del numero inicial a lo incontable,
desde la tumba hasta la superficie,
tras breve veinte tan multiplicable
me llega un canto alado
de fiebres de la infancia,
me brota la invencion del ansia
y entero y mutilado,
furiosamente a besos,
te doy mi corazon travieso:
Hombre, hombre sin muerte,
la noche respiro tu suerte,
hombre de buen destino,
y hay luces puestas en camino.
Silvio Rodríguez
Silvio Rodríguez
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